viernes, 13 de abril de 2007

No es un botón cualquiera...

Es el botón del ascensor del garaje de 'Pleamar', sagrado edificio que cobija nuestros sueños siempre que vamos a Mar del Plata. Todo un símbolo: cada vez que llegamos desde BA, usualmente de noche, tarde y agotados, ese botón es la vía de ascenso al 1°B. Acarreando tablas, bolsos, mochilas y bolsas de comida abrimos la puerta y nos recibe ese inconfundible olor a lugar deshabitado mezclado con sal del departamento Curatella. Nadie duda hacia dónde dirigirse; las camas están asignadas desde la primera vez, hace ya 9 años. Tras un sueño corto, profundo y lleno de imágenes azul profundo suena impiadoso el despertador. El día arranca y el primero en levantarse corre inmediatamente al balcón, a escrutar con ojos cansados el agua. 'Arriba loco, arriba que está espectacular'. Los demás saben que es mentira. En la playa que se ve desde el balcón nunca hay olas, pero igual se levantan. Ya por la rambla la ansiedad es cada vez mayor. Manejamos y cebamos mate con la vista clavada en las playas. Sacamos conclusiones de vientos y mareas, siempre optimistas y rara vez acertadas. 'En el sur va a estar rompiendo bien'. El auto cruza veloz los campos de Chapadmalal y entra como una luz a los hoteles. Los acantilados se acercan cada vez más y nadie habla. Todos estiramos el cuello y vemos ahí adelante, más allá de la escollera, el point solitario con un pico perfecto contrastando contra el sol que recién asoma en el horizonte. Nos miramos complacidos: va a ser una mañana perfecta.

1 comentario:

Jones dijo...

Que lindo!!! Piel de gallina con ese relato!!!

Como extraño una mañana perfecta en los acantilados con los muchachos!