martes, 16 de septiembre de 2008

H2O


No quiero dejar de lado lo que se suele dejar de lado.
Las olas perfectas, los viajes con amigos y un buen mate son siempre buena fuente para un buen relato, y a veces hasta algún que otro evento desafortunado, que con el desgaste del tiempo cobra cierta gracia. Pero como muchas cosas en la vida, a las que la costumbre hace que sean casi automáticas e inconcientes, se las deja pasar sin mención.
Una sesión de surf tiene muchos más componentes de lo que uno llega a percibir. Que ese roller que sacó espuma te haya salido bien es genial, pero no más importante que esa revolcada filtrando el campanazo de la orilla. Campanazo que te pone a prueba y te hace sacar fuerzas y un espiritu combativo para seguir mejorando. Remar contra la corriente, correr olas no tan perfectas, probar y probar sabiendo que faltan todavía muchos escalones para poder salir volando de la ola, el frío, el crowd, ese personaje en particular que se te mete en el inside siempre. Tantas pruebas, y todo el tiempo.
Y el mar te lo hace sentir. El agua transmite 500 veces más la temperatura que el aire, y las vibraciones otro tanto, y como el mejor traje a medida, te viste de pies a cabeza, dándole a cada centímetro cuadrado y cúbico más sensibilidad.
Si lo dejás, el mar te enseña todo.

Juan

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Large por la reflexión y la iluminación!
Es verdad...a veces cuando entro al agua trato de enfocarme solamente en lo que me rodea en lo inmediato, ahí bien pegado a mí, y me sorprendo: las gotas que caen de mis dedos con cada remada, el agua que desplaza la tabla cuando avanza, los distintos tonos de la espuma, los cambios de temperatura, el dulce sonido del agua con cada contacto, los cambios en el horizonte...son demasiadas cosas que se suman, tantos matices para disfrutar antes de remar siquiera la primera ola. Y todo eso solo hace la experiencia más mágica aún.
Salud,
gringo

Anónimo dijo...

Es raro. Yo no termino de comprender que es lo que pasa adentro del agua.

Siempre al final es lo mismo. No había otra posibilidad que estar ahí, fundido con el océano en una sola forma, mirando, deslizando, viviendo.

Y si, claro, cada minuto, cada momento importa. La sumergida inicial, la profundidad del drop, la ultima remada y ese instante en que el mundo deja de girar para que puedas mirar el horizonte, hasta que venga la próxima serie y despierten tus sentidos. Todos importan, porque todos son parte de una sesión que te devuelve el alma al cuerpo y que es la siguiente a la última y la anterior a la próxima. Otra sesión como no habrá otra igual.

Es raro.

Vacol.

Mariano T. Rodríguez Ribas dijo...

Es buenísimo poder entender aunque sea un poco lo que los apasiona. Buenísimo el texto Largo.
Que ganas de ir a verlos surfar alguna vez. Meterme adentro de las historias y estar ahí.
Por lo que cuentan y especialmente la manera en que lo cuentan, se me pone la piel de gallina y quiero. Simplemente quiero.

Un abrazo enorme,

Mariano